Donde mis pies me lleven by Erika Ramos

Donde mis pies me lleven by Erika Ramos

autor:Erika Ramos [Ramos, Erika]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2010-02-28T16:00:00+00:00


19

* * *

Lo primero que hice cuando llegué a la planta fue ir derecha al baño a vomitar. Tanta tensión no me sentaba bien; aunque, para qué mentir, lo que tenía era una resaca de mil demonios y estaba en fase terminal.

Cuando salí, Clara ya se había ido, Raquel y Pilar estaban listas para salir a dar la medicación y habían preparado la mía porque la visita a Julen había retrasado mi trabajo. Tenía los ojos llorosos por el esfuerzo del vómito, y, como las paredes eran de cartón, todos sabían lo que había estado haciendo en el lavabo, y mis amigas conocían el motivo, así que me miraron con cara de «noches de desenfreno, mañanas de ibuprofeno» y me dieron una palmadita en la espalda, animándome a coger el carro de la medicación y a empezar.

Cuando iba a salir con el carro, vi a Rosa y a Puri que estaban merendando. Puri siempre iba como un pincel; debía de gastar más en maquillaje que en comida, aunque eso no era difícil porque siempre estaba a dieta.

—Puri, ¿se puede saber qué estás merendando?

—Pues mira, un poco de piña con yogur desnatado, bayas de Goji y semillas de amapola.

—Suena a cóctel mortal.

—Es que dentro de un mes tengo una cena de gala y, como me he puesto como un barrilete estas Navidades, pues ahora toca sufrir.

—¿Has probado a comprarte una talla más grande de vestido?

—Ni hablar. Yo me meto en el vestido como que me llamo Purificación García, y que les den a los kilos, que yo no los he pedido. ¡Que se vayan!

—Hombre, Puri, por ciencia infusa no han llegado. ¿No será que has comido de más?

—¡Qué va! Si yo apenas como… será retención de líquidos o algo así.

—Seguro, seguro… —Reí.

El marido de Puri era un alto cargo de una empresa muy importante de la zona y ella tenía una vida social bastante intensa. Si las demás debíamos acudir a un evento —el más relevante solía ser la cena de Navidad de la empresa—, le pedíamos a ella los complementos porque tenía de todo. Curiosamente tenía muchas cosas de Purificación García, así que el nombre le venía como anillo al dedo, paradojas de la vida.

El turno se me hizo interminable. Las horas no pasaban, miraba compulsivamente el móvil cada tres segundos e incluso lo apagué y encendí por si no funcionaba bien.

No tenía noticias de nadie, ni de Jon, ni de Víctor, ni de Candela, ni de ¿Alberto?

¡Madre mía, cómo se me había ocurrido acostarme con un desconocido que no sabía ni cómo se apellidaba! Me vinieron flashes de la noche anterior, yo encima de él, él encima de mí… un momento… ¿qué bragas llevaba? Bueno, qué más daba, seguro que ni se fijó. Y a Jon ¿qué cojones le pasaba por la mente para hablarme así? Otro frente abierto… joder, que tengo más plancha que en una lavandería. ¿Quién me mandará a mí meterme en esos fregados?

Entre tanto centrifugado mental, por fin llegó el final del turno. Candela, Jon e Iván hicieron su entrada.



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